sábado, 19 de marzo de 2011

Nadie puede sentirse así.


Tenía los ojos marrones y la cara más preciosa que en la vida he visto. Su risa era traviesa y su figura perfecta. Cuando sonreía la calle se iluminaba y el sol salía solo para verla. Pequeñas pecas tatuaban sus mejillas y su escote. Era la felicidad personificada, la reina de la pista, la luna de la noche y el motor de la ilusión. A su alrededor todo parecía más feo porque toda la belleza se concentraba en su persona .El color oscuro de sus uñas contrastaba con el blanco de su piel de porcelana. El mundo giraba porque ella estaba en él y el cielo era azul porque ella existía.

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