miércoles, 9 de febrero de 2011

Amelie

No sé cuánto tiempo pasará antes de que pierda la sonrisa de mi rostro; la sensación que queda después de ver una película como estas -(al menos en los que nos atrevemos a soñar y nos ilusionamos con historias de este tipo)- es tan intensa que no puedo ni expresarme claramente, no puedo dejar de asombrarme, y no puedo dejar de tener fé en el poder del amor y en la belleza de la vida, de los rincones, de la magia del enamoramiento, de los gustos simples como arrojar una piedra o admirar una fotografía...


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